En Flores, la calle Bogotá, en su intersección con la avenida Nazca, fue cerrada al tránsito con dos vallas custodiadas por personal de la Policía de la Ciudad, que también reforzó la cantidad de efectivos que cuidaban los alrededores. Con la circulación vehicular cerrada, los manteros armaron una fila sobre el asfalto con sus productos, que sumados a las lonas que colocaron en ambas veredas formaron dos carriles para las miles de personas que asistieron este miércoles con una temperatura superior a los 30 grados. “Es la primera vez que cortan la calle así, siempre para esta fecha viene mucha gente”, aseguró Nicolás, que hace 11 años trabaja en un local de indumentaria ubicado sobre Bogotá, que pese a la gran cantidad de personas que circulaba afuera, se encontraba vacío. “La cantidad de clientes disminuyó, pero ya nos resignamos. Es imposible competir con ellos, que te venden cosas similares a las tuyas, pero de menor calidad y a menor valor”, dijo el hombre de 32 años mientras se frotaba las manos con alcohol diluido al 70% con agua, un producto que los puestos de afuera no ofrecen a sus clientes. Nelson (27), Belén (19) y Lourdes (24) esperaban a un cuarto amigo en la esquina de Bogotá y Nazca: los jóvenes, con tapabocas bien colocados viajaron a Flores desde Hurlingham para hacer compras para estas fiestas, pero no esperaban encontrarse con tanta gente. “Vine porque acá la ropa es muchísimo más barata que por mi casa y quiero hacer unos regalos, pero también comprarme algo para mí”, dijo Belén, que aseguró que “durante la cuarentena” nunca salió a lugares masivos ni se juntó con amigos en lugares cerrados. “Me pongo alcohol en gel a cada rato, pero acá es imposible mantener la distancia, no hay forma de hacerlo”, agregó. El martes al mediodía un grupo de manteros tuvo una discusión con dos comerciantes de la zona en un intercambio que terminó con una pelea en la que se arrojaron sillas y tres personas resultaron heridas con golpes leves, y fueron derivadas a centros de salud de la zona. Los comerciantes acusan a los manteros de ejercer una competencia desleal ya que muchos de los productos que venden sobre la calle son similares a los que se comercializan dentro de los locales y ellos no deben pagar impuestos, alquiler, ni empleados. “Nosotros estamos acá todo el día al rayo del sol porque necesitamos laburar para comer, no nos gusta ni nos divierte, entiendo el enojo de algunos, pero no es que podemos hacer otra cosa y elegimos venir acá a molestar”, aseguró Cristina, una de las pocas manteras que accedió a dialogar con la prensa. La mujer, de 32 años, es madre de cuatro niños que se quedan en su casa del barrio porteño de Caballito mientras ella sale a trabajar y, según precisó, para lograr obtener un lugar tiene que llegar a Flores antes de las 8 de la mañana y trabaja hasta las 20. Un escenario similar al que se puede observar desde el lunes en Flores, se registró el fin de semana pasado en la feria de La Salada, de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora, en donde según imágenes que se viralizaron en las redes sociales, miles de personas pugnaban por ingresar a los distintos predios, sin distanciamiento social, ni protocolos sanitarios adecuados. ]]>
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